viernes, 14 de febrero de 2014

El Museo Vial de Bogarín

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El Museo Vial “Rafael Bogarín” que el presidente de la República, Luis Herrera Campins, inauguró el domingo 29, (1982) entre El Tigre y Soledad, es una nueva experiencia del arte contemporáneo, a decir del artista colombiano Omar Rayo, quien junto con el ministro de la Cultura, Luis Pastori y otros artistas internacionales, regresó a Caracas por el aeropuerto de Ciudad Bolívar.
Omar Rayo (en la foto), padre también de un Museo inaugurado en Colombia, participó en el Museo Vial con una valla 2x4 utilizando una técnica y pinturas que no había empleado antes. Su obra es un nudo geométrico que simboliza la hermandad de los hombres.
Omar Rayo, quien permaneció varios días en Caracas donde tenía una exposición de 30 cuadros en la Galería 7-7, explicó que está en algo y que volvió a usar el color en su obra, pues anteriormente pintaba en blanco y negro.
En cuanto a Rafael Bogarín, padre del Museo Vial que ostenta su nombre, se manifestó muy contento por el resultado de su obra cumplida, solo se fue un poco sentido con la prensa bolivarense que nada dijo del Museo.
Bogarín, nativo de El Tigre y conectado con Ciudad Bolívar porque es aquí donde vivía y trabajaba su familia, tenía en esa fecha doce años establecido en los Estados Unidos. En su Museo Vial participó con una obra geométrica integrada a la naturaleza. El es fundamentalmente gráfico y anunció dentro de su investigación plástica una sorpresa que consideró prematura revelar.
Explicó al ser inquirido que se le ocurrió la idea del Museo Vial cuando viajaba de Ciudad Bolívar a El Tigre y se fastidiaba con la monotonía del paisaje. Con esta idea suya el paisaje sería más llamativo y el conductor no traspondría la vía como una saeta.
Lamentablemente el Museo Vial ya no existe porque ya la delincuencia desaforada acabó con esta obra única del mundo, posible de penetrar y visitar a toda hora y estar en él sin límite de tiempo, y lo que era más sorprendente, recorrerlo a pie, en bicicleta, moto, a caballo, en automóvil, camión, autobús. Mirarlo si se quería desde lo alto de un helicóptero y en la forma que se quisiera, con lentes oscuros si el Sol estallaba en la frente o saboreando un raspadito.
Este museo fue imaginado por Rafael Bogarín cuando siendo niño, su padre que era minero del Caroní, lo premiaba llevándolo de paseo desde su pueblo anzoatiguense hasta la empinada ciudad del Orinoco que Bogarín niño pintaba en su cuaderno escolar sobre un cerro que casi rozaba con el cielo.
Era la década del año 50 y a Ciudad Bolívar no se llegaba como ahora por el Puente Angostura sino por chalanas y lanchitas que se cruzaban con barcos vendiendo frutos en el puerto.
Decíamos que Bogarín concibió, fantaseó o imaginó ese Museo, porque él, no obstante su mentalidad infantil, pensaba que la carretera era una recta demasiado larga, interminable, parecía que nunca llegaba al otro extremo y que a los costados de la misma no había sino un paisaje de sabanas monótono evaporándose bajo el Sol implacable del mediodía. De manera, que cuando se hizo hombre grabador y artista, decidió hacer realidad ese museo, un Museo Vial, para que todo el que por allí pasara se entretuviera con vallas y expresiones plásticas agradables a la imaginación y a la vista.
Convocó a los artistas amigos en Venezuela y otros países y a todos les parecía fantástica la idea menos para los delincuentes de estos tiempos marcados por la huella del atraso y la frustración.
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Galería de Arte en el Aeropuerto

Los espacios despejados de la terminal del aeropuerto de Ciudad Bolívar fueron prácticamente ganados para una galería de arte por iniciativa de un grupo de artistas plásticos de la región que contaron con la acogida del ministro de Comunicaciones y director de aeropuerto.
TOPICOLos espacios despejados de la terminal del aeropuerto de Ciudad Bolívar fueron prácticamente ganados para una galería de arte por iniciativa de un grupo de artistas plásticos de la región que contaron con la acogida del ministro de Comunicaciones y director del aeropuerto.

El edificio del aeropuerto que fue ampliado y climatizado tenía sus espacios internos libres y surgió la idea de vitalizarlos con obras de profesionales de la plástica.

Para llevarlo adelante se formó un comité de artes visuales, integrado por los pintores Joaquín Latorraca, José Rosario Pérez, Luís Carlos Obregón, el arquitecto José Rosario Rivas y el periodista Américo Fernández. La exposición permanente fue inaugurada por el gobernador Edgar Vallée Vallée.

El 22 de julio de 1984 el presidente de la Asamblea Legislativa, doctor Miguel Lima Ostos, inauguró la segunda etapa con obras donadas por los artistas Carlos Díaz, Oswaldo Silva, María Teresa Natera, Ramón Espina, Raúl Velásquez, Luís Pérez, Asdrúbal Velásquez, José Félix Bello, Humberto Gómez, Mara Vitanza, Trino Pulido, Hans Geiringer, Genaro Carrasco, Ramón Guevara, Santiago Romero y Edgar Carrasco.

Se programó una tercera etapa con obras, entre otros, de Régulo Pérez, Alejandro Otero, Gonzalo Bogen, Eduardo Jahn, Gregorio Volcán, Agustín Palma, Rafael Palma, Siul y José Campos Biscardi. 

Las obras en su totalidad fueron donadas a la ciudad para su exhibición con carácter permanente en la terminal de pasajeros del aeropuerto. Se perseguía establecer un vinculo entre autor, obra y sujeto en los espacios públicos de la ciudad, para responder a las necesidades de la vida del hombre urbano en su tránsito cotidiano; situar al artista en un contexto real que influya en la estructuración de su obra y genere significados de identidad para que el mensaje visual trascienda en la conciencia del observador y realizar objetivos que integren a los creadores de diferentes tendencias para avanzar hacia una teoría que permita superar la mitificación y la apología como expresión del proceso histórico de las artes visuales.
Ciudad Bolívar entonces experimentaba la influencia del Museo de Arte Moderno Jesús Soto que había sido inaugurado diez años antescon repercusiones en el mundo artístico internacional dada la calidad del mismo y la presencia significativa de artistas de la contemporaneidad como el mismo Soto, Cruz Diez, Alejandro Otero, Víctor Vassarely, Joseh Albert, Maleviche, Kandisky Paul Klee y toda una legión salida de la Bauhaus.
La influencia impactaba fundamentalmente en los jóvenes artistas que hacían esfuerzos por dejar atrás el arte figurativo, representativo y el paisajismo para seguir las corrientes del arte concreto, serial, programático y abstracto. Muchas de esas obras colmaban los espacios del edificio central del aeropuerto, pero la ilusión de la permanencia se desmoronaría pronto porque definitivamente el Gobierno no entiende esta cosas y progresivamente a la luz de la complacencia oficial fueron desapareciendo las obras plásticas que entusiastamente cedieron artistas consagrados como Régulo Pérez, quien tuvo que llevarse su tríptico luego que un salvaje desgarrara el lienzo con su afilada navaja de delincuente.
Algo similar ocurrió con el proyecto Bogarin de hacer de la carretera Ciudad Bolívar–El Tigre un museo a cielo abierto. Aquella vía carretera sembrada de vayas artísticas de lado y lado a todo lo largo del asfalto sucumbió a fuerza del tiro al blanco de los conductores delincuentes y de los sin techos. Estos últimos, en todo caso, mas justificados.
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