Un pintor que creía en los Ovnis
Murió militando en la fosforescencia de sus
cuadros y en la Misión Cristiana de Renovación de la Fe, convencido de que los
extraterrestres nos rondan y que Guayana está destinada a ser el centro de los poderes
de decisión del tercer milenio.
-Américo Fernández-
A más de medio siglo, cuando Angostura era todavía una ciudad bucólica de vida
fluvial y cromáticos atardeceres, cuando
aún el puente no vadeaba el río y el Bachiller Sifontes soñaba con
estrellas y siemprevivas, que Rafael Torrealba se fue de Ciudad Bolívar buscando
otros horizontes y se encontró con innumerables
cosas buenas y nunca, jamás, con nada
que enervara su orgullo de ser bolivarense. Por eso volvió cuando apenas
le faltaba poco tiempo para morir.
Murió el 25, miércoles por la tarde. Nacido
en Ciudad Bolívar el 5 de enero de 1925, se había ausentado en 1943, cuando la capital de la angostura del Orinoco aún conservaba su peculiar sabor de pueblo romántico frente a un gran
río lleno de caleteros, pescadores de atarraya, músicos y poetas, donde la comunicación era la base del afecto y no de los intereses egoístas, como ahora. Se respetaba a los
pobres que eran dignos y esa cualidad le daba cierta connotación humana a la
ciudad. Hoy, en cambio, se irrespeta al humilde,
se le golpea, se le margina y se le considera un fracasado.
Había una animada actividad religiosa en Semana Santa. La Catedral era el centro
convergente de la fe cristiana de la comunidad.
Había un coro muy activo y la tradición
de los Hermanos del Santísimo era realmente una institución. Los juegos
inocentes del Quiminduñe, la zaranda de taparita y la Parapara daban la medida
de la pureza de nuestra juventud. Los citadinos como los Torrealba, se
encontraban dentro de un contexto religioso muy distinto de la perversidad.
Esa era la Ciudad Bolívar que ya no vuelve.
En cambio sus hijos vuelven y la recuerdan con la pátina de la nostalgia. Torrealba cuando regresó a los sesenta años tenía el cuidado de
aclarar, frente al sigiloso reproche, que retornaba físicamente después de
largo tiempo, pero que siempre permaneció en ella con la misma fuerza
espiritual de esa pintura dominando en uno de los muros de su antiguo
taller de Vista Hermosa.
Sobre una pared de la casa de
Rafael Torrealba, donde todas las tardes llegaban mujeres de la ciudad a
pintar, colgaba una pintura de gran
formato con un tema alegórico en el que se le concede interés a lo
divino y a lo humano, a lo natural y sobrenatural.
Este arte cristiano lleno de símbolos y de intemporalidad que nació en las catacumbas romanas y afloró con fuerza en los
tiempos de Constantino, parecía renacer en este artista guayanés que retornaba
después de una prolongada ausencia.
Rafael Torrealba estaba entonces en una onda mística que no podía ignorar su arte. Un arte que comenzó
quizá cuando iba a la orilla del Río a contemplar el atardecer y la luz agónica del Sol le poblaba la retina con una
inusitada gama de colores sugeridos en aquellos trazos fosforescentes que delineaban como tema el posible origen de la
humanidad.
Hubo un tiempo en que Rafael Torrealba pintaba paisajes. Eso fue al
comienzo de su vida artística alternada con
su profesión de diseñador y dibujante técnico a nivel de la ingeniería y arquitectura. Luego hizo ejercicios en el
campo del abstraccionismo. Le dio
posteriormente por la pintura social y finalmente cedió preponderancia a la pintura mística. Quería
interpretar toda la esencia del Apocalipsis de San Juan.
Cuando veo esa pintura, el domingo anterior
la volví a ver en una exposición en la Casa de las Doce Ventanas, organizada por Extensión Cultural de la Universidad
de Oriente, cuando veo esa pintura, entreveo algo onírico y trato de
encontrarle algún parentesco con la obra de Marc Chagal, precursor del surrealismo,
lleno de miedo como un niño, fallecido casi a los 90 años. Un día de esos en que lo encontraba metido de lleno con sus
alumnos, le advertí de ese ambiente onírico que captaba en algunas de sus pinturas.
- No, no es onírico, lo que pasa es que las
cosas que no pueden ser copiadas de la naturaleza pasan por oníricas. Simplemente esta mía es una pintura bíblica, religiosa.
- ¿Desde cuándo está Torrealba en esa corriente?
- Tengo años en esto. En
Nueva York expuse una muestra de pura pintura metafísica que llamó mucho la
atención, inspirada en principios del Evangelio y del Viejo Testamento, con el
paralelismo de los dos mundos que existen.
Nos acercamos a la obra sobre el origen
de la vida para apreciarla
mejor eón los
electos de una luz negra fluorescente. Allí estaba representado el mar, el sol sumergido,
los peces, el espíritu que baja, la humanidad en decadencia, las explosiones
atómicas, las siete trompetas anunciando el fin de los tiempos, el cielo
adánico que no ha de morir, Cristo, el mundo del futuro que es la paz, los
ovnis bajando. Nos detenemos en los ovnis.
- ¿Cree usted en los ovnis?
Los ovnis son una realidad que yo he vivido. Un día como persona, no
como periodista, vendrán para enseñarte algunas
cosas.
¿Has visto alguno?
Como no, bastantes. Existe un grupo que
conocemos como "Misión Cristiana de
Renovación de la Fe" que viene a bordo de ellos. Esto es un hecho
desconcertante que no tiene explicación huma
mapamundi estampado en triángulos cuyos vértices caen con pasmosa
exactitud en puntos sensibles de la geografía universal.
Las puntas de uno de esos triángulos tocan en la Pirámide de Keops de Egipto,
la Pirámide del Sol, en México y el Valle de los dioses en Bolivia - Perú. Pero lo más interesante es que encierran a
Guayana, lo cual él interpretaba como centro
de los poderes de decisión del mundo en el tercer milenio. Porque todo
este conflicto que en todos los órdenes estamos presenciando, bélico,
religioso, político, económico, terminará con el triunfo del cristianismo, tras
una conflagración que será como una especie de catarsis donde todo lo
abominable quedará purificado por el fuego.
Torrealba nos prometía hablar más adelante sobre este tema para él
muy apasionante. Mientras tanto quería ocuparse de los problemas de la cultura.
Quería hacer algo y comenzó a trabajar, invitado por la CVG, para hacer una exposición en la Sala de Arte de Sidor.
Entonces viajó por la Gran Sabana captando
imágenes puesto que la exposición estaba toda dedicada a Guayana, la
tierra magnética y telúricamente más vieja del mundo, según sus propias
palabras.
¿Cómo vez el panorama cultural?
- He encontrado una
distorsión total en el aspecto cultural. La cultura la veo bicéfala y
enchinchorrada.
Torrealba que figura como uno de los fundadores de la Casa de la
Cultura de Barquisimeto, de su Festival
internacional del folclor, de la Feria de la Divina Pastora y del Museo
del Centro Cívico, prefirió dejar las cosas hasta allí para no entrar en
polémica, cuando le preguntamos qué quería
decir con eso de bicéfalo y enchinchorrado.
- ¿Sus paisanos cómo lo han recibido?
- La mayoría muy bien, pero
hay gente por allí que cree que voy a abusar de mi influencia para cortar
paticas.
¿Qué gente es esa?
Por ahí hay personas muy nerviosas
- ¿De qué nivel?
- De ciertas jerarqufá&
pero no hay que temer. No te olvides que „yó
llegué a ver Guayana invitado por la CV G para trabajar (1983) en
desarrollo cultural y social la y yo, a través de esa institución tan
poderosa pude hacer un diagnóstico cultural de Guayana que es más de lo que tú te puedes imaginar. Pienso escribir para Arte plantear
muchas cosas y despertar la conciencia de
alguna gente que se crió aquí, que se hizo rica y se fue para Puerto Ordaz a hacerse más rica todavía.
Entonces pensaba Torrealba en la posibilidad de un simposio cultural
con la presencia
de Soto, Alejandro Otero, Régulo Pérez, el Indio Guerra, Alirio Rodríguez, González Bogen, Lucila Palacios, Luz Machado, Jean Aristiguietta, Jesús Sanoja, Argenis Daza, Manuel Alfredo Rodríguez y con mucha
gente vinculada a la región, a ver que más de
lo poco que se había hecho, era posible hacer para llevarla
adelante la materia artística y cultural.
Él, mientras tanto, trabajaba medio tiempo en Inagro y por la
tarde atendía en su taller en Vista Hermosa. Era cuando ese instituto
manifestaba interés por rescatar valores
de la identidad regional: folclóricos,
etnográficos y populares.
Yo estoy metido a fondo con estas cosas. He hablado
con Sánchez Negrón y con la gente de la CVG en torno a la ejecución de
un proyecto insertado en el VII Plan de la nación y que tiene mucho que ver con
esto que estamos haciendo en Inagro y que va a servir para incentivar a la mana
campesina, la artesanía popular, la
posibilidad de rendir un aporte al turismo porque no se puede vivir contemplando
el paisaje nada más. El Movimiento Artístico Guayanés es una buena
posibilidad para echar a andar la cultura en esta ciudad porque está integrado por personas serias, profesionales
casi todos nacidos en Ciudad Bolívar. Hay que tomar responsabilidades para trabajar y hacer algo porque tú te das
cuenta que la ciudad muere con el atardecer. La gente no tiene aquí un teatro,
una escuela de artes plásticas, no hay una academia de música, no hay un
taller de teatro serio, una biblioteca formal moderna. Aquí todo el mundo como que se está quedando a la sombra de
los mangos.
Comentaba que la Dirección de Cultura debería estar en el casco de la ciudad y no en
las afueras donde estaba entonces, que se debía pensar en un Museo Indigenista,
en un Acuario y en un Museo del Orinoco.
- Yo no sé por qué no se puede hacer si tenemos cerros llenos de hierro, ríos llenos
de electricidad y dinero para hacer autopistas.
Rafael Torrealba creía en la posibilidad de hacer muchas cosas y él por su parte lo estaba haciendo apoyado en el Movimiento
Artístico Guayanés, cuyos integrantes recibían clases de aficionados y perfeccionamiento en su taller. Su Taller lo había convertido
además en centro de reuniones y tertulias artísticas e intelectuales de ese
movimiento que en aquel momento trabajaba para una gran exposición que luego continuaría cada año. También él preparaba su
quinta exposición individual en la ciudad o Maracay.
Torrealba hasta entonces había participado
también en más de veinte colectivas y desde la Oficina Técnica de la FAO en Venezuela que manejó durante varios años
tuvo la ocasión de vincularse en arte y conocimientos con varios países del
mundo.
Después fue titular de la Dirección de Cultura
de la Alcaldía de Heres (1993) y finalmente profesor de los Talleres de Dibujo
y Pintura de la Universidad de Oriente en la
Casa de las Doce Ventanas y concibió el proyecto Talleres de Artes Plásticas, Centro de Arte Alejandro Otero,
de la Uneg.
Precisamente, esta
Universidad inauguró el domingo anterior su última exposición
individual, de la cual fue curador y en
la que debía estar presente sin presentir el final que lo aguardaba. En
el acto, Juan Guerrero, autor del diseño y
catálogo de la exposición, y Diana Gámez, presentaron la muestra cuyo
montaje estuvo en las manos de María Alcina Gamboa.